He de pecar hoy. A los puristas, a los mecanicistas, a los
empecinados, a los empeñados en señalar la exactitud y el “positivismo” en
actitud terminarán odiándome. Y es que realmente no somos un blog que se
dedique a ser exacto y oportunista, es más bien un espacio de expresión
personal donde lo que sale del alma y del gusto es puesto a la disposición mis
queridos lectores.
En fin, tratándose de discos en directo, soy bastante
especial en reseñar, creo, dado que me parecen mejores ediciones, versiones de
la música en estudio, que por lo general
carece de la fuerza y la espontaneidad del directo. John Mayall ya era una estrella consagrada
del blues a la par de magnifico Alexis Korner a finales de los años 60. Las
estrellas jóvenes y noveles del blues británico habían bebido de la mano de
estos grandes, artistas como Eric Clapton, Mick Taylor, entre otros los mismos
Rolling Stones.
Abriendo pues el telon, el disco de hoy, “Jazz Blues Fusion”
de John Mayall abre un paradigma nuevo en la historia del blues al tratarse de
un disco que combina lo mejor de dos generos emanados de la tradición negra.
Personalmente creo que este no es un disco que encante a los puristas de ambos
generos, tanto jazz como blues, puesto que los planteamientos rítmicos aunque
beben directamente del blues (boogies y shuffles como constantes) tenemos que
en la parte armonica y melódica los músicos invitados por John logran
establecer una simbiosis perfecta que recae en la neutralidad perfecta. Freddie
Robinson, un guitarrista que demuestra ser poseedor de un sentido enorme de
conocimiento, de lenguaje y de fraseo en el blues y el jazz logra enganchar
cada parte de los tradicionales boogies. Los acordes típicamente jazzeros hacen
su aparición en “Country Road” a la par que la armónica de Mayall hace que el
blues siga sus retazos… Los llamada, respuesta, la tranquilidad del bajo, los
fraseos con ese sonido tan típicamente pastoso del jazz emanados de la guitarra
de Robinson, con la misma facilidad que introduce ideas pentatónicas, logra
enredar entre el cromatismo y las enredaderas propias de la armonía del jazz.
“Good times Boogie” es otro ejemplo de cómo esta simbiosis funciona
perfectamente, a la vez que en los pasajes intermedios el Walking bass hace de
las suyas mientras la guitarra suavemente sigue los acordes de armonía en tanto
que un serpenteante saxo retoma el protagonismo de una forma que hace que
pierdas precisamente el sentido de la ortodoxia y te introduzcas en ese hibrido
en directo que logra captar lo mejor del feeling de estos maravillosos músicos.
Mayall al mismo tiempo logra con maestría introducir pasajes
breves, otras veces largos de armónica en el contexto, que funciona
perfectamente de tal forma que en ciertos momentos el público enloquece con las
acertadísimas improvisaciones de estos músicos.
Sin duda creo que podría ahondar mucho más en describirles
el contenido de este maravilloso disco, que sinceramente es un clásico entre
los aficionados al blues como su servidor. Y como creo firmemente, el blues no
es una música que pueda describirse tan exactamente como puede sentirse. Así
pues, creo que servidos ya con esta mini reseña, paso a servir el plato, del
cual no se van a arrepentir de probar e incluso confío que incluyan como
favorito de su “Menu”.
joya!
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