miércoles, 13 de junio de 2012

John Mayall - Jazz Blues Fusion (1972)


He de pecar hoy. A los puristas, a los mecanicistas, a los empecinados, a los empeñados en señalar la exactitud y el “positivismo” en actitud terminarán odiándome. Y es que realmente no somos un blog que se dedique a ser exacto y oportunista, es más bien un espacio de expresión personal donde lo que sale del alma y del gusto es puesto a la disposición mis queridos lectores.
En fin, tratándose de discos en directo, soy bastante especial en reseñar, creo, dado que me parecen mejores ediciones, versiones de la  música en estudio, que por lo general carece de la fuerza y la espontaneidad del directo.  John Mayall ya era una estrella consagrada del blues a la par de magnifico Alexis Korner a finales de los años 60. Las estrellas jóvenes y noveles del blues británico habían bebido de la mano de estos grandes, artistas como Eric Clapton, Mick Taylor, entre otros los mismos Rolling Stones.
Abriendo pues el telon, el disco de hoy, “Jazz Blues Fusion” de John Mayall abre un paradigma nuevo en la historia del blues al tratarse de un disco que combina lo mejor de dos generos emanados de la tradición negra. Personalmente creo que este no es un disco que encante a los puristas de ambos generos, tanto jazz como blues, puesto que los planteamientos rítmicos aunque beben directamente del blues (boogies y shuffles como constantes) tenemos que en la parte armonica y melódica los músicos invitados por John logran establecer una simbiosis perfecta que recae en la neutralidad perfecta. Freddie Robinson, un guitarrista que demuestra ser poseedor de un sentido enorme de conocimiento, de lenguaje y de fraseo en el blues y el jazz logra enganchar cada parte de los tradicionales boogies. Los acordes típicamente jazzeros hacen su aparición en “Country Road” a la par que la armónica de Mayall hace que el blues siga sus retazos… Los llamada, respuesta, la tranquilidad del bajo, los fraseos con ese sonido tan típicamente pastoso del jazz emanados de la guitarra de Robinson, con la misma facilidad que introduce ideas pentatónicas, logra enredar entre el cromatismo y las enredaderas propias de la armonía del jazz.
“Good times Boogie” es otro ejemplo de cómo esta simbiosis funciona perfectamente, a la vez que en los pasajes intermedios el Walking bass hace de las suyas mientras la guitarra suavemente sigue los acordes de armonía en tanto que un serpenteante saxo retoma el protagonismo de una forma que hace que pierdas precisamente el sentido de la ortodoxia y te introduzcas en ese hibrido en directo que logra captar lo mejor del feeling de estos maravillosos músicos.
Mayall al mismo tiempo logra con maestría introducir pasajes breves, otras veces largos de armónica en el contexto, que funciona perfectamente de tal forma que en ciertos momentos el público enloquece con las acertadísimas improvisaciones de estos músicos.
Sin duda creo que podría ahondar mucho más en describirles el contenido de este maravilloso disco, que sinceramente es un clásico entre los aficionados al blues como su servidor. Y como creo firmemente, el blues no es una música que pueda describirse tan exactamente como puede sentirse. Así pues, creo que servidos ya con esta mini reseña, paso a servir el plato, del cual no se van a arrepentir de probar e incluso confío que incluyan como favorito de su “Menu”.


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